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Rabassó, Xavier: Antonio Machado, entre la tradición del haiku y el vitalismo lírico de su poesía breve

 

Antonio Machado (1875-1939)




Galerías

LXVI

I
¡Y esos niños en hilera,
llevando el sol de la tarde
en sus velitasde cera!...

II
¡De amarillo calabaza,
en el azul, cómo sube
la luna, sobre la plaza!

 

Nuevas canciones (1917-1930)

CLIV
(Apuntes)

VI
¡Pardos borriquillos
de ramón cargados,
entre los olivos!

VII
¡Tus sendas de cabras
y tus madroñeras,
Córdoba serrana!

CLVIII
(Canciones de tierras altas)

II
Ya habrá cigüeñas al sol,
mirando la trade roja,
entre Moncayo y Urbión.

CLIX
(Canciones)

II
Junto al agua negra.
Olor de mar y jazmines.
Noche malagueña.

IV
La primavera ha venido.
¡Aleluyas blancas
de los zarzales floridos!

IX
¡Blanca hospedería,
celda de viajero,
con la sombra mía!

XI
A las palabras de amor
les sienta bien su poquito
de exageración.

CLXI
(Proverbios y cantares)

I
El ojo que ves no es
ojo porque tú lo veas;
es ojo porque te ve.

II
Para dialogar,
preguntad, primero;
después... escuchad.

III
Todo narcisismo
es un vicio feo,
y ya viejo vicio.

V
Entre el vivir y el soñar
hay una tercera cosa.
Adivínala.

VI
Ese tu Narciso
ya no se ve en el espejo
porque es el sepejo mismo.

XII
¿Sabes, cuando el agua suena,
si es agua de cumbre o calle,
de plaza, jardín o huerta?

XIII
Encuentro lo que no busco:
las hojas del toronjil
huelen a limón maduro.

XIV
Nunca traces tu frontera,
ni cuides de tu perfil;
todo eso es cosa de fuera.

XV
Busca a tu complementario,
que marcha siempre contigo,
y suele ser tu contrario.

XVI
Si vino la primavera,
volad a las flores;
no chupéis cera.

XVII
En mi soledad
he visto cosas muy claras,
que no son verdad.

XX
Adivina adivinanza,
que quieren decir la fuente,
el cantarillo y el agua.

XXI
...Pero yo he visto beber
hasta en los charcos del suelo.
Caprichos tiene la sed...

XXII
Sólo quede un símbolo:
quod elixum est ne assato.
No aséis lo que está cocido.

XXIII
Canta, canta, canta,
junto a su tomate,
el grillo en su jaula.

XXIV
Despacito y buena letra:
el hacer las cosas bien
importa más que el hacerlas.

XXVI
!Ya hay hombres activos!
Soñaba la charca
con sus mosquitos.

XXVIII
Cantores, dejad
palmas y jaleo
para los demás.

XXIX
Despertad, cantores:
acaben los ecos,
empiecen las voces.

XXX
Mas no busquéis disonancias;
porque, al fin, nada disuena,
siempre al son que tocan bailan.

XXXI
Luchador superfluo,
ayer lo más noble,
mañana lo más plebeyo.

XXXVI
No es el yo fundamental
eso que busca el poeta,
sino el tú esencial.

XXXIX
Busca en tu prójimo espejo;
pero no para afeitarte,
ni para teñirte el pelo.

XLII
Enseña el Cristo: a tu prójimo
amarás como a ti mismo,
mas nunca olvides que es otro.

XLIII
Dijo otra verdad:
busca el tú que nunca es tuyo
ni puede serlo jamás.

XLIV
No desdeñéis la palabra;
el mundo es ruidoso y mudo,
poetas, sólo Dios habla.

XLV
¿Todo para los demás?
Mancebo, llena tu jarro,
que ya te lo beberán.

XLVI
Se miente más de la cuenta
por falta de fantasía:
también la verdad se inventa.

XLVII
Autores, la escena acaba
con un dogma de teatro:
En el principio era la máscara.

XLVIII
Será el peor de los malos
bribón que olvide
su vocación de diablo.

XLIX
¿Dijiste media verdad?
Dirán que mientes dos veces
si dices la otra mitad.

L
Con el tú de mi canción
no te aludo, companero;
ese tú soy yo.

LI
Demos tiempo al tiempo:
para que el vaso rebose
hay que llenarlo primero.

LII
Hora de mi corazón:
la hora de una esperanza
y una desesperación.

LIII
Tras el vivir y el soñar,
está lo que más importa:
despertar.

LIV
Le tiembla al cantar la voz.
Ya no le silban sus coplas;
que silban su corazón.

LV
Ya hubo quien pensó:
cogito ergo non sum.
¡Qué exageración!

LVI
Conversación de gitanos:
¿Cómo vamos, compadrito?
—Dando vueltas al atajo.

LVIII
Creí mi hogar apagado,
y revolví la ceniza...
Me quemé la mano.

LIX
¡Reventó de risa!
¡Un hombre tan serio!
... Nadie lo diría.

LX
Que se divida el trabajo:
los malos unten la flecha;
los buenos tiendan el arco.

LXI
Como don San Tob,
se tiñe las canas,
y con más razón.

LXII
Por dar al viento trabajo,
cosía con hilo doble
las hojas secas del árbol.

LXIII
Sentía los cuatro vientos,
en la encrucijada
de su pensamiento.

LXVI
Poned atención:
un corazón solitario
no es un corazón.

LXVII
Abejas, cantores
no a la miel,
sino a las flores.

LXIX
Lo ha visto pasar en sueños...
Buen cazador de sí mismo,
siempre en acecho.

LXX
Cazó a su hombre malo,
el de los días azules,
siempre cabizbajo.

LXXI
Da doble luz a tu verso,
para leído de frente
y al sesgo.

LXXII
Mas no te importe si rueda
y pasa de mano en mano:
del oro se hace moneda.

LXXVI
El tono lo da la lengua,
ni más alto ni más bajo;
sólo acompáñate de ella.

LXXVII
¡Tartarín en Koenigsberg!
Con el puño en la mejilla,
todo lo llegó a saber.

LXXVIII
Crisolad oro en copela,
y burilad lira y arco
no en joya, sino en moneda.

LXXX
Concepto mondo y lirondo
suele ser cáscara hueca;
puede ser caldera al rojo.

LXXXII
No el sol, sino la campana,
cuando te despierta, es
lo mejor de la mañana.

LXXXIV
Entre las brevas soy blando;
entre las rocas, de piedra.
¡Malo!

LXXXV
¿Tu verdad? No, la Verdad,
y ven conmigo a buscarla.
La tuya, guardatelá.

LXXXVIII
El pensamiento barroco
pinta virutas de fuego,
hincha y complica el decoro.

XC
¿Ya de su olor se avergüenzan
las hojas de la albahaca,
salvias y alhucemas?

XCI
Siempre en alto, siempre en alto.
¿Renovación? Desde arriba.
Dijo la cucaña al árbol.

XCII
Dijo el árbol: teme al hacha,
palo clavado en el suelo:
contigo la poda es tala.

XCV
Pero tampoco es razón
desdeñar
consejo que es confesión.

XCVI
¿Ya sientes la savia nueva?
Cuida, arbolillo,
que nadie lo sepa.

XCVII
Cuida de que no se entere
la cucaña seca
de tus ojos verdes.

XCVIII
Tu profecía, poeta.
—Mañana hablarán los mudos:
el corazón y la piedra.

 

CLXIV
(Glosando a Ronsard y otras rimas)

XIII
Soledades a un maestro

I
No es profesor de energía
Francisco de Icaza,
sino de melancolía

II
De su raza vieja
tiene la palabra corta,
honda la sentencia.

III
Como el olivar,
mucho fruto lleva,
poca sombra da.

IV
En su claro verso
se canta y medita
sin grito ni ceño.

V
Y en perfecto rimo
—así a la vera del agua
el doble chopo del río—.

 

XVI
De mi cartera

I
Ni mármol duro y eterno,
ni música ni pintura,
sino palabra en el tiempo.

II
Canto y cuento es la poesía.
Se canta una viva historia,
contando su melodía.

III
Crea el alma sus riberas;
montes de ceniza y plomo,
sotillos de primavera.

IV
Toda la imaginería
que no ha brotado del río,
barata bisutería.

VI
Verso libre, verso libre...
Líbrate, mejor del verso
cunado te esclavice.

 

De un Cancionero apócrifo (1924-1936)

I
Mis ojos en el espejo
son ojos ciegos que miran
los ojos con que los veo.

II
Gracias, Petenera mía;
por tus ojos me he perdido:
era lo que yo quería.

III
Y en la cosa nunca vista
de tus ojos me he buscado:
en el ver con que me miras.

XI
II bis
Gracias, Petenera mía:
en tus ojos me he perdido;
era lo que yo quería.

XII
Consejos, coplas, apuntes

2
Q en la página siguente,
los ojos de Guadalupe,
cuya color nunca supe.

5
Y rosas en un balcón
a la vuelta de una esquina,
calle de Válgame Dios.

6
Amores, por el atajo,
de los de «Vente conmigo».
...«Que vuelvas pronto, serrnao».

7
En el mar de la mujer
pocos naufragan de noche;
muchos, al amanecer.

8
Siempre que nos vemos
es cita para mañana.
Nunca nos encontraremos.

10
Por la calle de mis celos
en veinte rejas con otro
hablando siempre te veo.

12
Me despertarán
campanas del alba
que sonando están.

XIV
Confiamos
en que no será verdad
nada de lo que pensamos.

 

Cancionero apócrifo

CLXXI
A la manera de Juan de Mairena

Apuntes para una geografía emotiva de España

I
¡Torreperogil!
¡Quién fuera una torre, torre del campo
del Guadalquivir!

III
Graciez
hay más sed que agua;
en Jimena, más agua que sed.

IV
¡Qué bien los nombres ponía
quien puso Sierra Morena
a esta serranía!

 

CLXXII
(Abel Martin)

IX
—Es ella... Triste y severa.
Di, más bien, indiferente
como figura de cera.

***

—Es ella... Mira y no mira.
—Pon el oído en su pecho
y, luego, dile: respira.

 

CLXXIV
Otras canciones a Guiomar

I
¡Sólo tu figura,
como una centella blanca,
en mi noche obscura!

III
Escribiré en tu abanico:
te quiero para olvidarte,
para quererte te olvido.

IV
Te abanicarás
con un madrigal que diga:
en amor el olvido pone la sal.

 

Soledades (1898-1907)

S. XXI
Soledades

I
O que yo pueda asesinar un día
en mi alma, al despertar, es persona
que me hizo el mundo mientras yo dormía.

V
Tu alma será una hoguera
en el azul invierno aterecido
para aguardar la amada primavera.

 

Campos de Castilla (1907-1917)

S. XXIX
Canciones

La ciudad desierta
se sale a los montes
por las siete puertas.

 

S. XXXII
Los complementarios

I
Obscuro para que atiendan;
claro como el agua, claro
para que nadie comprenda.

II
Oh, si la mejor poesía
se canta en el tono del
cuento de la buena pipa...

 

S. XXXV
Proverbios y cantares

II
Tal dijo un hombre de bien,
que, al ver al ladrón robado,
sintióse ladrón también.

 

S. XXXVI.
Apuntes

II
Porque nadie te mirara,
me gustaría que fueras
monjita de Santa Clara.

III
Hora del último sol.
La damita de mis sueños
se asoma a mi carazón.

IV
Porque más vale no ver
fruta madura y dorada
que no se puede coger.

 

S. XXXIX
Proverbios, cantares, epigramas

Dijo el caracol:
esto sí que es prisa,
voy como una exhalación.

 

S. XLI
«De tanto y tanto soplar»

De tanto y tanto soplar
su flauta no suena ni
por casualidad.

 

Nuevas canciones y primer Cancionero apócrifo
(1917-1930)

S. XLII
Proverbios y cantares

III
Ya as sólo brocal el pozo;
púlpito será mañana;
pasado mañana, trono.

IV
Hombre occidental,
tu miedo al Oriente, ¿es miedo
a dormir o a despertar?

 

S. XLIII
Apuntes

¡Qué difícil es
cuando todo baja
nobajar también!

 

S. XLVI
Apuntes y canciones

I
Apuntes y canciones

1
Como una ballesta,
en el aire azul,
haica la torre mudéjar...

2
La cigüeña absorta,
sobre su nido de ramas,
mirando la tarde roja.

3
Primavera vino.
Violetas moradas,
almendros floridos.

4
Se abrasó en la llama
de una velita de cera
la mariposilla blanca.

5
¡Noches de Santa Teresa!
Ya no hay quien medita de noche
con las ventanas abiertas.

V
Otoño

2
Y es una mañana
tan coloradita
como una manzana.

3
En el lagar, rojo vivo;
agua en la pera madura,
oro en los chopos del río.

4
¡Mas... ya seca tos,
y las hojas negras
en el ventarrón!

 

S. XLIX
Proverbios y cantares

I
Tres palabras suenan
al fin de tres sueños
y las tres desvelan.

III
Ya de un tiempo heraclitano
parece apagado el fuego.
Aún lleva un ascua en la mano.

IV
Enemigo
que por el amor me hieres,
brazo de Dios, ¡Dios contigo!

 

S. L
«Al cabo pintan espadas»

Al cabo pintan espadas,
dijo un tahúr — porque siempre
pintan, cuando son pintadas.

 

S. LI
Alboradas

En San Millán
a misa de alba
tocando setán

***

Escuchad, señora,
los campaniles del alba,
los faisanes de la aurora.

***

Mal dice en negro atavío,
negro manto y negra toca,
con el carmín de esa boca.

***

Nunca se viera
de misa, tan de mañana,
viudita más casadera.

 

S. LIV
Viejas canciones

I
El verde que suena a seco
de los árboles de Agosto,
que mueve el viento.

 

S. LVII
Apuntes líricos para una geografía emotiva de España

II
Coplas populares y no populares andaluzas

1
¡El que se quiere perde
—no todos quieren guardarse—
busca a la mujer!

2
Tres veces dormí contigo,
tres veces infiel me fuiste,
morena, conmigo mismo.

3
Pasó Don Juan por tu calle,
y en tu balcón le dijeron:
suba ub ratito, Don Nadie.

4
¡Linda dama de mis sueños
hablando siempre con otro,
con otro, sin darme celos!

5
¡Y esta gran placentería
de ruiseñores que cantan!
Ninguna voz es la mía.

 

S. LVIII
Canciones

Quien guste de amor amargo
fabrica un panal de hieles
con azucenas campo.

***

Soñaba un alma de piedra
que el amor era un cuchillo
que se iba afilando en ella.

 

De un cancionero apócrifo (1923-1936)

S. LIX
Cancionero apócrifo

12
José Mantecón del Palacio. Nación en Almería en 1874. en 1902.

No me mires más,
o si me miras avisa
cuándo me vas a mirar.

16
José Luis Fuentes.

Obscuro para que atiendan;
claro como el agua, claro
para que nadie comprenda.

 

Poesías de la guerra (1936-1939)

S. LXVII
Coplas

I
Tengo un olvido, Guiomar,
todo erizado de espinas,
hoja de nopal.

***

En lo yermos altos
veo unos chopos de frío
y un camino blanco.

***

En aquella piedra...
(¡tierras de la luna!)
¿nadie lo recuerda?

***

Azotan el limonar
las ráfagas de febrero.
No duermo por no soñar.